lunes, 2 de marzo de 2009

EL VIRUS DEL CATALÁN

Vergüenza e impotencia. Esa es la sensación que tuve hace un par de semanas cuando Carod Rovira, para variar, se empeñó en una de sus obsesiones (por no decir su obsesión): hablar catalán.

Por si no fuera poco, pensó en malgastar 200.000 euros aproximadamente para llevar a cabo una campaña penosa. Esa es mi opinión. Encomana el catalá. Parece ser que es como un virus. ¿Te has vacunado ya? ¿Sientes molestias? No puedo creer a la situación a la que tenemos que llegar. Señores, sé que muchos pensarán que cosas como esa campaña tienen que hacerse más para reivindicar y darle vida al catalán (me refiero al idioma, no a nadie, no se alteren catalanes nacionalistas y/o independentistas). Pero para mucha población de CataluÑa (sí, con Ñ y no con NY) nos sentimos avergonzados y lo que es peor, discriminados.

El polémico Josep (o José para los enemigos) se empeña a no cambiar de idioma a pesar de que nuestro interlocutor nos hable castellano. A su parecer, si cambiamos al castellano le estamos discriminando. Y me pregunto... ¿si yo voy a un lugar y hablo castellano y me contestas en catalán, no es eso una falta de respeto, de educación y sobre todo, discriminación al castellano y a mi persona? Por favor. Vergüenza de campaña Vergüenza de tener que tirar al suelo el castellano cuando recordemos señores nacionalistas que ambas son lenguas oficiales.

Harta, muy harta estoy de las imposiciones lingüísticas que se viven en esta comunidad autónoma. Harta de tener que sentirse mal, a veces (no siempre, que quede bien clarito) de hablar castellano en un lugar que todos hablen catalán. Harta de que me cuestionen si soy catalana o madrileña (ya que mi castellano no tiene reseñas del catalán). Harta de tener que explicar por qué no hablo catalán. Harta de ver como tiran nuestro dinero en campañas inútiles, de mal gusto, mal hechas, mal planteadas y si fuera poco, con un eslogan apestante (ENCOMANA).

Vergüenza, absoluta vergüenza y discriminación por parte de toda esta gente que se empeña a encerrarse en su idioma particular y cultura.

Déjame hablar. Como yo quiera. No me impongas nada.

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