Hay momentos en que nadie puede comprenderte. Nadie puede saber realmente hasta que punto algo te puede afectar de tal manera. Hay momentos en los que desaparecer sería la solución ideal. Quien sabe...
Unas lágrimas han expresado el dolor, la impotencia, la frustración, el estallo de varios sentimientos, el miedo... No he podido resistir ante tal situación. Un grave (al menos para mí) problema para mi futuro profesional. Un grave problema incluso para mi presente. Hoy me he vuelto a dar cuenta, pero sin duda alguna, lo peor, es que todos se han dado cuenta.
Yo, sentada ante el micro. Un diario. Unos artículos. Un productor. Una conductora. Y yo siguiendo ahí sentada frente a mi mayor barrera, la lingüística. Lo he intentado pero la desesperación me ha superado por completo. Me ha nublado todo punto de vista de mis sueños. Me he visto hundida como un barco a la deriva. Impotente de ver que 12 personas más puedan suspender por mi culpa. De ver como me miraban ciertas personas mientras sollozaba por la situación. Un abrazo, unas palabras, una mirada comprensiva me ha bastado para intentarlo de nuevo.... Simplemente me ha servido para darme cuenta que por mucho que lo intente, no puedo.
Es peor aún, cuando uno está hundido y alguien le dice con cierta risilla... "Ah, ¿qué estás así por eso? baa, vaya tontería...". En ese instante me hubiera gustado huir bien lejos o tal vez gritar a los cuatro vientos que no valgo para esto.
Es triste pero cierto. Triste comprobar que tengo una barrera lingüística que para nadie lo es. Es muy triste. Tanto que por un instante he odiado al que quiero que me acompañe el resto de mi vida, el micrófono.
Una mañana bastante horrible, para una persona que se lo merecía.
Lo siento.